LA DERROTA DEL EJE
En julio
de aquel año, fuerzas aliadas desembarcaron en Sicilia desde el norte de
África. La invasión representaba una amenaza directa para Italia. Cuando
Mussolini reveló al Gran Consejo Fascista que los alemanes estaban proyectando
la evacuación de la mitad sur de Italia, la mayoría del consejo votó una
resolución en contra de Mussolini, que dimitió y fue arrestado el 25 de julio.
El rey Víctor Manuel III ordenó entonces la formación de un nuevo gobierno, a
cuyo frente se puso Pietro Badoglio. Desde Sicilia, los aliados pasaron a
Italia con el desembarco en Salerno en septiembre de 1943. El gobierno
italiano, en cumplimiento de una pacto firmado con los Estados Unidos, declaró
la guerra a Alemania en octubre de 1943. Los alemanes reforzaron sus defensas
en el norte u centro de Italia y continuaron luchando duramente contra las
tropas aliadas durante el resto de la guerra.
En el
frente oriental, desde agosto de 1942 a febrero de 1943, los alemanes llevaron
a cabo un asedio de Stalingrado (posteriormente Volgogrado) que chocó con una
dura oposición y que finalmente no tuvo éxito. Las fuerzas alemanas en la Unión Soviética
perdieron ímpetu. Mientras las bajas humanas y de equipo obligaban a los
alemanes a abandonar su proyectada ofensiva, el ejército rojo mejoraba
continuamente la calidad de su mando y aumentaba su fuerza
recurriendo a sus enormes reservas de hombres. En el verano de 1943 tenía una
superioridad numérica de cuatro a uno sobre los alemanes, que comenzaron a
retroceder.
A partir
de 1944, las fuerzas alemanas habían iniciado una retirada parcial del este con
fin de prepararse para contener la invasión aliada que se esperaba en el oeste
de Europa. No se sabía, sin embargo, dónde tendría lugar. La misión había sido confiada al general Dwight
Eisenhower, y recibió el nombre de "operación Overlord". EL 6 de
junio de 1944 (que se conocería como día D), 156.000 hombres desembarcaron en
las playas de Normandía, procedentes del sur de a Gran Bretaña. Las fuerzas
invasoras estaban compuestas por soldados británicos, canadienses y
estadounidenses, y pequeños grupos de otras nacionalidades. Los aliados
hicieron rápidos progresos en el norte de Francia gracias a su fuerza aérea,
capaz de interferir decisivamente el movimiento de las reservas alemanas.
Comenzaron
también en este momento las dudas y las disensiones por parte de los mismos
alemanes.
Aparte
del progreso de los aliados, un acontecimiento desmoralizó a los mandos
alemanes: el fracaso y las consecuencias de una conspiración contra Hitler. El
curso desastroso que había tomado la guerra y la alarma ante los crímenes del
régimen nazi, llevaron a cierto número de civiles y de oficiales a formar una
oposición secreta que decidió finalmente matar al Fuhrer. El complot fracasó
y la reacción nazi fue salvaje: 200 conspiradores implicados y otras cinco mil
personas más remotamente relacionadas con el complot fueron condenados a muerte. Hitler y sus fanáticos partidarios, cada
vez más alejados de su pueblo, tenían todavía la esperanza de inclinar la
balanza a su favor mediante el empleo de armas nuevas que los científicos alemanes estaban
perfeccionando. Pero la realidad era que la superioridad aliada hacía ya
completamente infructuosos los esfuerzos de Alemania. Los aliados consolidaron rápidamente
su dominio de Francia y comenzaron un avance hacia
el este que finalizaría con la ocupación de Alemania entre marzo y abril de
1945. Hitler ordenó la movilización de todos los hombres de edades comprendidas
entre los 16 y 60 años en un intento desesperado a defender el Tercer Reich.
Mientras tanto, el ejército soviético avanzó hacia el oeste y ocupó la mitad
oriental de Alemania. Antes de que sus tropas estuviesen listas para el asalto
final, los aliados intensificaron sus bombardeos aéreos. Esta ofensiva culminó
el 13 de febrero de 1945 con una serie de cinco ataques sobre Dresde, que quedó
completamente destruida.
En el
momento más crítico del colapso alemán, con Berlín rodeado de tropas
soviéticas, Hitler, aislado y presa de la desesperación se suicido el 30 de
abril de 1945. La rendición definitiva de las fuerzas alemanas se firmó el 8 de
mayo. La guerra había terminado oficialmente en Europa.
En el
Pacífico, el general estadounidense Douglas MacArhur aniquiló prácticamente a
la armada japonesa en la batalla naval del golfo de Leyte y abrió el camino a
los Estados Unidos para la ocupación de la Filipinas, objetivo primordial de la
campaña. En marzo de 1944, Manila se rindió, y en marzo y junio del año
siguiente los Estados Unidos capturaron las islas de Iwo Jima y Okinawa después
de una encarnizada lucha con los japoneses. Quedaba entonces libre el camino
para un bombardero masivo del Japón e incluso una posible invasión. Se estaba
preparando, sin embargo, algo mucho más contundente. En efecto, los Estados
Unidos, a partir de experimentos alemanes, habían elaborado una bomba
atómica. Harry S. Truman, quien asumió la presidencia estadounidense tras la muerte de Franklin D. Roosevelt, había
estimado que la bomba atómica podía utilizarse para derrotar a Japón de tal
forma que costaría menos bajas a los Estados Unidos que una invasión
tradicional. El 6 de agosto fue lanzada la primera bomba atómica sobre la
ciudad de Hiroshima. Ochenta mil personas murieron abrasadas o a consecuencia
de la radiación, y otras setenta mil quedaron
gravemente afectadas. Dos días después, la Unión Soviética declaró la guerra a
Japón, y el 9 de agosto, los estadounidenses lanzaron la segunda bomba nuclear
sobre Nagasaki. Los japoneses, ante esta demostración de fuerza, se rindieron
formalmente el 2 de septiembre de 1945.
La
segunda guerra mundial arrojó un balance de entre 35 y 60 millones de muertos,
de ellos gran número de civiles. Los bombarderos masivos de ciudades e instalaciones
industriales generaron asimismo enormes pérdidas materiales. La capacidad ofensiva de las nuevas
armas y tácticas de guerra (transportes y bombardeos aéreos, portaaviones,
unidades de paracaídas, tanques con potentes cañones, bombas autopropulsadas -como los cohetes V-1 y
V-2 que lanzaron los alemanes sobre Londres- y bombas atómicas) explica las
grandes destrucciones y matanzas producidas, sobre todo, en la Unión Soviética,
Alemania, Japón, Francia y el Reino Unido.
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